martes, 24 de junio de 2008

No... definitivamente, no

La Asamblea no fue el fracaso, la sal no está en Montecristi sino que llegó de Quito. Por un lado, no tiene caso decir que el pan no lo horneaste sólo porque no lo sacaste del horno. Acosta logró lo que parecía utopía, un debate amplio y democrático de las propuestas en Ciudad Alfaro –pese a discursos demagógicos y clases de historia y cívica que lo dilataron innecesariamente-. Lo conseguido en artículos está muy bueno –no digo excelente, a quién se puede engañar con ese adjetivo- y el error de Acosta fue no apurar el paso de quienes se embarcaron en este asunto desde el principio y no cuando le cogía la noche. Si sabe que el mal de su alter ego es la paranoia y que como García Moreno “saben que vienen a matarlo” –políticamente, es lo más cercano-, no podía esperar que le den más tiempo aunque bien lo necesite. Una Constitución que pudo superar a la hecha por la Asamblea de 1998 está a punto de salir a la luz haciendo honor a la mayoría política: verde. Y una Constitución hecha al apuro por conveniencias políticas en nada la diferencia a la de 10 años atrás… y por mi lado no se merece el Sí.