lunes, 24 de septiembre de 2007

Cuidar las palabras

Bien dijo un camarada que hay quienes parecen vivir de críticas que rayan en total ignorancia para comentar las acciones ajenas.

Y le tomo la palabra a un gran amigo cuando pienso que “la ignorancia es atrevida”, pretenciosa y digna de cualquier chismorreo de cantina por el empecinamiento que proyecta en cada palabra.

Cuando escucho en varios medios de comunicación “Se obligará a escuelas a aprender a cantar el jingle del movimiento Acuerdo País”, en referencia al himno Patria me resultó inédito que muchos se pusieran de acuerdo para ser o parecer amnésicos e inculturales.

Primero; “Patria” no es un jingle sino una obra escrita para los estudiantes escolares por el reconocido maestro liberal Manuel María Sánchez, cuando era rector del Instituto Nacional Mejía, en 1913, con el objeto de exaltar nuestras virtudes cívicas.

Yo reconozco que ignoraba el origen del himno, hasta que leí –ojo- en El Universo sobre sus autores en mayo de este año. Luego de criticar el uso que se le dio, se reconoció la estrategia para rescatar tan insigne melodía que fue utilizada también como cántico de batalla de los recordados “forajidos”.

Segundo; no es “obligación” cantar el himno sino una sugerencia del Ministerio de Educación y tampoco es nueva. La medida fue dispuesta por el propio Sánchez cuando ocupó dicha cartera de Estado en 1929 y fue borrada de los actos cívicos, junto a la asignatura de Educación Cívica, por un irracional decreto de los 80 que la consideró excesivamente “patriotera”.

Ese ímpetu y apasionamiento de ideas, que deberían ser canalizados para proyectar soluciones y no solo problemas, puede ser contraproducente sino cuenta con una avidez por conocer las coyunturas de cada eventualidad.

Fue un mediocre actor de Hollywood pero un gran presidente, Ronald Reagan quien dijo “confía pero verifica”. La redacción de una noticia debe ser una obra de arte, a la cual siempre le faltarán pinceladas para que quede perfecta, pero procuremos evitar que el apuro por salir del deber –o un mal supervisor- nos haga dibujar en mal trazo.

Ruego a Dios que la terquedad no me convierta en un atrevido ignorante que, en el afán de defender ideologías, pueda caer en la amnesia, el paroxismo y la mediocridad… es la plaga del momento.

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