lunes, 14 de enero de 2008

Filosofía de amor

Una lectura para reflexionar... transcritas del pensamiento de una amistad.

El amor necesita mucha valentía por la sencilla razón de que el requisito básico del amor es abandonar el ego. Es casi como suicidarse. Sólo parece así porque lo único que conocemos es el ego. El ego se ha convertido en nuestra única identidad y abandonarlo significa ciertamente que estás abandonando tu individualidad. Eso no es verdad, de hecho, la verdad es justo lo contrario: a no ser que abandones el ego no puedes conocer tu verdadera individualidad.

El ego es un simulador, algo falso, seudo, inventado. Sólo cuando lo abandonas puedes ver lo real y, al contrario, lo irreal oculta lo real. Lo irreal oculta lo real como las nubes ocultan el sol. El amor requiere abandonar el ego. Por eso el amor puede convertirse en la puerta a lo divino. Puede que empieces amando a una persona, pero acabarás amando lo impersonal. La persona se vuelve una ventana abierta hacia el cielo infinito pero hay que tener absolutamente claro que el ego tendrá que ser sacrificado. La gente anhela el amor pero al mismo tiempo se aferra a su ego. Por eso el amor nunca se hace realidad. Vienen y van sin saborear el néctar del amor. Y a no ser que tengas la experiencia del amor, no habrás experimentado la vida en absoluto. Te la pierdes por entero.

...Todo el mundo tiene su propia idea sobre el amor. Y sólo cuando llegas al estado en que todas las ideas sobre el amor han desaparecido, cuando el amor ya no es una idea sino simplemente tu ser, sólo entonces conocerás su libertad. Entonces el amor es Dios. Entonces el amor es la verdad suprema. Deja que tu amor pase por el proceso de la meditación. Obsérvalo: observa la astuta manera de actuar de tu mente, observa tu política de poder y nada, excepto la observación y la atención continua, te va a ayudar. Sé consciente de ese motivo, tráelo a la conciencia, porque esta es una de las claves secretas para transformar tu vida, todo lo que se vuelve consciente desaparece.

Tus motivos permanecen inconscientes, por eso sigues en su poder. Hazlos conscientes, sácalos a la luz y desaparecerán. Es como si tiras de un árbol y sacas las raíces a la luz del sol… morirán, sólo pueden existir en la oscuridad del suelo. Tus motivos también existen sólo en la oscuridad de tu inconsciente. Así que la única manera de transformar tu amor es sacar todas las motivaciones del inconsciente al consciente. Lentamente, esos motivos morirán. Y cuando el amor no tiene motivos, entonces el amor es lo más grande que le puede suceder a alguien. Entonces el amor es algo supremo, algo del más allá. El amor es Dios. Puedes olvidarte de Dios, pero no olvides el amor, porque es la purificación del amor lo que te llevará a Dios. Si te olvidas de Dios completamente, no se ha perdido nada. Pero no olvides el amor, porque el amor es el puente. El amor es el proceso de cambio alquímico en tu conciencia.

La falta de amor propio hace al hombre muy pobre, porque cuando quieres a alguien externo a ti, cualquiera que sea el objeto de tu amor, te hace dependiente de ese objeto. A tus propios ojos te conviertes en algo secundario, te conviertes en un mendigo. Al nacer eras un emperador totalmente satisfecho contigo mismo. Pero tu padre quiere que le quieras, tu madre quiere que la quieras. Todos a tu alrededor se quieren convertir en objeto de tu amor. A nadie le preocupa que si un hombre no puede amarse a sí mismo tampoco será capaz de amar a nadie. De modo que se crea una sociedad enloquecida, donde todo el mundo intenta querer a alguien y no tienen nada que dar. Y la otra persona tampoco tiene nada que dar.

¿Por qué están los amantes continuamente peleando, discutiendo, molestándose? Por la sencilla razón de que no están consiguiendo lo que pensaban obtener. Ambos son mendigos, ambos están vacíos. A un niño debidamente educado se le debe permitir crecer en amor hacia sí mismo, de forma que esté tan lleno de amor que compartirlo se convierta en una necesidad. Está tan repleto de amor que quiere compartirlo con alguien. Entonces, el amor nunca te hace depender de nadie. Tú eres el que da, y el que da nunca es un mendigo. Y el otro también da. Y cuando se encuentran dos emperadores, dueños de sus propios corazones, se produce una inmensa alegría. Nadie depende de nadie; todo el mundo es independiente e individual, bien centrado en sí mismo, arraigado en sí mismo. Sus raíces van hasta el fondo de su propio ser, de donde brota el néctar llamado amor hacia la superficie y florece con miles de rosas.

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