martes, 2 de junio de 2009

Con la misma vara...

Vamos por parte. Si un alumno no se presenta a un examen, automáticamente, tiene 0, aunque siempre hay una segunda oportunidad. Si se insiste en la inasistencia, esa calificación es ratificada. Desde luego que sin un examen que lo respalde no podemos saber si en verdad un estudiante se merece un 0 absoluto. Sin embargo, la no presentación es sancionada porque no se puede detener el currículo académico y las normas de cada plantel por el capricho de uno o unos cuantos. ¿Qué les cuesta presentarse a la evaluación y demostrar lo que saben? ¿Por qué el miedo a un despido? Un maestro de la misma UNE, que se presentó a la evaluación, me dijo “el que nada debe nada teme”. Si bien la evaluación no está constitucionalmente respaldada en su totalidad –el atajo no era necesario- tampoco es cuestión de encerrarse en una concha si la intención es la mejora de la educación. Mi madre es profesora y conozco de primera mano las mañas que se manejan en ciertas dependencias para favorecer a gente de la UNE y el MPD sin importar si son idóneos para un plantel o no. Hablan de que tienen 31 años en la lucha. ¿Y qué consiguieron además de aumentos y regalías salariales? Sencillo, nada. Para quienes pertenecen al magisterio no es un secreto. ¿Pruebas? Lamentablemente no las hay, de alguna manera los sumarios administrativos de algunos docentes cuestionables han desaparecido de los archivos pese a las denuncias que han salido en los medios de comunicación. Entonces, ¿por qué dilatar algo que busca garantizar la idoeneidad de los miembros del sistema educativo? Hoy es el ente autónomo y la sanción –como si ellos no lo hicieran con los estudiantes-, mañana… ya veremos qué se les ocurre. Pero un proceso de excelencia no debe detenerse.

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